La Responsabilidad Social Corporativa o Empresarial es de uno, de todos o de ninguno.
Según Soledad Teixido la Responsabilidad Social del Estado tiene dos amplios ámbitos de acción. Primero se encuentra su propia responsabilidad social, la que va mucho más allá de sus obligaciones, así como la de las empresas va mucho más allá del cumplimiento de la ley. Y por otro lado, se encuentra el papel que el sector público debe jugar en el desarrollo y fomento de la Responsabilidad Social tanto de las empresas como de la ciudadanía.
En la medida que los Estados y gobiernos se auto-imponen metas de desarrollo económico, social y ambiental que van mucho más allá de sus funciones y de los requerimientos urgentes, es que no sólo cumplen con estos últimos, sino que están fortaleciéndose a sí mismos, generando una cultura de responsabilidad social que permean al resto de las instituciones y con esto, además, cumpliendo con el fomento de la RS.
Sobre el rol que le cabe al Estado en el fomento de la RSE, podríamos establecer variados ámbitos, muchos de los cuales son funciones públicas obligadas y muchos que responden exclusivamente a una política de promoción de la RSE.
Es así como, además de garantizar el crecimiento económico y competitividad para que las compañías puedan operar y fortalecerse, el Estado puede llevar a cabo una política de impulso de la RSE a través del fortalecimiento de su rol fiscalizador para garantizar el cumplimiento de la legislación; la reducción de las oportunidades de corrupción y hacer más transparentes los procesos de licitación pública; la contribución al progreso económico, social y medioambiental para lograr un desarrollo sostenible; el incentivo a la capacitación; la entrega de estímulos para facilitar la adopción de prácticas que mejoren el desempeño social y ambiental; la creación y construcción de conciencia ciudadana; efectuar diálogos y asociaciones público-privadas en favor de objetivos más ambiciosos; equilibrar la regulación, los instrumentos económicos y los acuerdos voluntarios; y así suma y sigue.
Este modelo de Responsabilidad Social Corporativa, además de centrar los esfuerzos de la sociedad en los problemas sistémicos, contribuye ante todo a fortalecer el protagonismo de la ciudadanía, o dicho de otra manera, a construir ciudadanía mediante la participación social, y por tanto a consolidar la democracia local y la institucionalización de las organizaciones de la sociedad civil y de los ayuntamientos.
La finalidad de esta práctica de Responsabilidad Social Corporativa, es facilitar que a partir de los recursos que se recibirán de la explotación de un recurso no renovable, se genere el desarrollo de un conjunto de comunidades que perdure más allá del agotamiento de este recurso, mediante una economía alterna consciente y paulatinamente promovida.